31 de julio de 2009

Daniel Libeskind en TED

Libeskind nos ofrece algunos argumentos que nos permiten entender su arquitectura.

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29 de julio de 2009

Els catalans

Siempre ha existido ese debate en torno al afecto que España profesa a Cataluña. Desde el lado español, o castellano mejor dicho, se ha visto a Cataluña con un cierto recelo. Tal vez la cosa sólo aya trascendido por cuestiones lingüísticas, que aquello de lo que se vino en llamar Países Catalanes tuvieran su propia lengua.
Esto choca frontalmente con la idea de España que se ha querido muchas veces implementar, eso de la España monolingüe, monocultural y cuyos orígenes se remontan a los albores de la Historia. Cosa que, más equivocada, no puede estar.
En el siglo XX, las dictaduras de Primo de Rivera y Franco relegaron la lengua catalana -"ese dialecto que se habla por las tierras catalanas"-, al más bajo nivel, prohibiendo su uso público y penalizando en la medida de lo posible a los catalanoparlantes.
Desde Cataluña, la reacción a estos despropósitos para por el desprecio a todo lo que supone formar con España un proyecto común de Estado.
Pero un momento, ya basta, ya basta de lanzarse cañones desde uno y otro lado, aceptemos de una puñetera vez que España es una nación de naciones,un estado en el que tienen lugar diversos sentimientos nacionales, culturales y lingüísticos, y que no hace otra cosa que enriquecernos, darnos esa estupenda oportunidad de participar, aunque sólo sea en parte, en aquello del cosmopolitismo.
Una idea, ¿por qué no enseñar el resto de lenguas españolas, aparte del castellano, como opción en colegios e institutos de todo el Estado?

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27 de julio de 2009

Surface


Un cambio de perspectiva de la realidad desde abajo.

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25 de julio de 2009

La ciudad es la región

Durante en siglo Pasado, y también en éste, las ciudades están tomando una dimensión estructural, estructurante y aglutinante de población que, valiéndonos del -dicho sea de paso- helénico concepto del eterno retorno, nos hacen reflexionar sobre la necesidad de volver a centrar el gobierno y la forma de dictar leyes e impartir justicia, en las ciudades, tal y como resuenan las antiguas ciudades-estado griegas en los ecos de la historia.
Y es que las ciudades son, hoy día, motor de la población y estados en sí mismas. Siendo así, ¿por qué no independizar la ciudad o el núcleo urbano del
estado o, de forma quizás menos utópica -quién sabe si quizás menos eutópica-, otorgar a las mismas un estatus de comunidad autónoma o de gobierno autónomo, es decir, de federación?
No es algo muy lejos de la realidad. Me viene a la mente un ejemplo, la ciudad rumana de Bucarest (Bucureşti, 2.000.000 habitantes). La ciudad es, en sí misma, una división administrativa especial (Bucureşti municipiul), siendo el municipio independiente de la provincia (judete).
No es un capricho, sino más bien una tendencia, movida quizás por la necesidad. Lo que sí que es seguro es que este modelo debe extenderse, tiene que hacerlo. Una ciudad con 40 millones de habitantes tiene que tener el derecho de ser un estado en sí mismo.
Esto, creo yo, es sumamente importante en el uso del territorio que llevamos a cabo, que se genera desde el concepto de ocupación territorial, pero que, queriéndolo o no, nos conduce a nuevos modelos de organización humana.
Se acabó el modelo extensivo por el cual una región se delimitaba por una línea imaginaria que dividía un trozo de tierra -y la Tierra misma, enteramente parcelada- y que, ya de por sí, se suponía que creaba una lengua, cultura, costumbres e idiosincrasia propias. Ahora la ciudad es la región, y su idiosincrasia es el cosmopolitismo. Para bien o para mal.

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11 de julio de 2009

PlanE, o cómo tirar el dinero

Aún hoy no puedo llegar a entender como la falta de responsabilidad de un gobierno como el que tenemos se embarca en derrochar el dinero público con este desdén y falta de respeto hacia los ciudadanos.
La causa de mi cabreo de hoy es la feliz idea de nuestros gobernantes de hacer en nuestras ciudades obras a diestro y siniestro en el espacio público. En este período de crisis económica se está inyectando dinero público para la "rehabilitación y mejora" del espacio urbano. Y lo pongo entre comillas porque no en muchos casos no es más que destrozar algo que está bien para volverlo a construir, algo totalmente innecesario según mi punto de vista.
Puedo y voy a poner el ejemplo de mi ciudad, Huelva. Al consistorio onubense también ha llegado el "extra" del Fondo de Inversión Local, gracias al cual, Huelva se ha convertido en una monumental zona en obras, desde el norte al sur. La ciudad está sufriendo atascos crónicos en la mayoría del las vías principales de la ciudad, gracias a que otras muchas, o están cortadas, o con circulación condicionada (gracias a dios no les ha dado por picar la H-30 y volverla a hacer).
Es chocante ver cómo levantan una acera entera para volver a ponerla exactamente igual o en su defecto con otra solería aún más hortera que la anterior, y que para eso se invierta tanto dinero, esfuerzo, se corte tráfico, y se esté dando por culo a todo a todo el vecindario.
Otro ejemplo lo tengo justo al lado de mi casa. Plaza Tagore, el proyecto de rehabilitación consiste en tirar un muro de fábrica de ladrillo y hacerlo de hormigón, poner unos sillarejos horribles como queriendo decir "esto es rústico" y, -¡oh novedad!- poner un suelo cateto-horroroso.
¿Y todo esto para que? Para mejorar las cifras de empleo, e intentar maquillar la hecatombe de la cifra de parados en España. Un empleo totalmente temporal, sin garantías (claro) y sin ningún tipo de futuro.
No digo que no se emplee dinero en mejorar el espacio público, es más aplaudo toda iniciativa que se encamine por ahí. Pero lo que me hierve la sangre es que detrás de todo esto no haya un proyecto urbanístico que se encamine a mejorar la vida de los ciudadanos, y que actúe en la globalidad. Lo que se está haciendo es simplemente destrozar para volver a hacer igual o peor, y eso, señores, es algo que me jode, y mucho.

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3 de julio de 2009

Impresiones eclesiásticas

Os dejo (en exclusiva) el artículo que escribí para el último número (oro) de Gaceta Mayor, el periódico del Colegio Mayor Hernando Colón. Que lo disfrutéis ;).

Al hilo del artículo publicado en la anterior gaceta por Sergio Pérez, al cual desde aquí le doy mi más sincera enhorabuena, no puedo dejar de expresar mi punto de vista sobre este tema, sin mayor ánimo a que satisfaga a todos.

Mi relación con la Santa Madre Iglesia empezó desde bien temprano, cuando yo, inconsciente y con escasos meses de vida, me vi envuelto en un ritual de tintes metafísicos postizos en el cual se me daba la bienvenida a la Iglesia Católica –o al menos eso me dijeron. Más tarde, a los nueve años, aún tierno intelectualmente hablando, volvieron, y me dieron de comer el cuerpo de Cristo y de beber su sangre, así de gore. Sin embargo las intenciones del aparato eclesiástico no acabaron ahí, pero llegaron tarde, empecé a desarrollar un pensamiento crítico.

No puedo más que expresar mi repulsa a los que, en nombre de Dios, que lo toman como una marca registrada y todo, son capaces y han sido capaces de someter a todo el que pasara por su lado, bajo instrumentos de miedo, tortura y represión, y que aún hoy se ven con el derecho de alistar en sus filas a aquellos que realmente no son conscientes de lo que hacen –¡como para serlo con tres meses!- y que también se ven con la misión (divina o no) de decirnos dónde tenemos que meter la polla y cómo –si saben de eso… ¡no deberían!

¡Pero ojo! No estoy negando la existencia de Dios, en absoluto. Tampoco se me pasa por la cabeza menospreciar algo que para tantísimas personas es tan importante. A diferencia del Pérez, yo soy agnóstico: no puedo negar –ni afirmar- un concepto metafísico tan complejo como lo es Dios, si, por definición, su comprensión escapa con tanta lejanía al entendimiento del ser humano. Tan sólo puedo acercarme, tantear, y suponer que Dios es Orden, o Amor, entendido como las leyes físicas y metafísicas que rigen la existencia. Pero de ahí a negarlo o afirmarlo, hay un trecho. Como diría el gran Benedetti, «no sé si Dios existe o no, pero si existe, sé que mi duda no le va a ofender».

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Sobre este blog

Los que me conozcan sabrán que este no es ni de lejos mi primer blog, ya hubo algunos anteriores, que conseguí mantener hasta que tuve la oportunidad. Así pues, debo advertir, este espacio se hace eco de la temporabilidad y mutabilidad actuales, garantizando desde el principio la poca garantía de perdurabilidad.

A todos aquellos a los que no les asuste esto, y decidan seguirme en este tiempo, bienvenidos seáis, espero no defraudaros.