3 de julio de 2009

Impresiones eclesiásticas

Os dejo (en exclusiva) el artículo que escribí para el último número (oro) de Gaceta Mayor, el periódico del Colegio Mayor Hernando Colón. Que lo disfrutéis ;).

Al hilo del artículo publicado en la anterior gaceta por Sergio Pérez, al cual desde aquí le doy mi más sincera enhorabuena, no puedo dejar de expresar mi punto de vista sobre este tema, sin mayor ánimo a que satisfaga a todos.

Mi relación con la Santa Madre Iglesia empezó desde bien temprano, cuando yo, inconsciente y con escasos meses de vida, me vi envuelto en un ritual de tintes metafísicos postizos en el cual se me daba la bienvenida a la Iglesia Católica –o al menos eso me dijeron. Más tarde, a los nueve años, aún tierno intelectualmente hablando, volvieron, y me dieron de comer el cuerpo de Cristo y de beber su sangre, así de gore. Sin embargo las intenciones del aparato eclesiástico no acabaron ahí, pero llegaron tarde, empecé a desarrollar un pensamiento crítico.

No puedo más que expresar mi repulsa a los que, en nombre de Dios, que lo toman como una marca registrada y todo, son capaces y han sido capaces de someter a todo el que pasara por su lado, bajo instrumentos de miedo, tortura y represión, y que aún hoy se ven con el derecho de alistar en sus filas a aquellos que realmente no son conscientes de lo que hacen –¡como para serlo con tres meses!- y que también se ven con la misión (divina o no) de decirnos dónde tenemos que meter la polla y cómo –si saben de eso… ¡no deberían!

¡Pero ojo! No estoy negando la existencia de Dios, en absoluto. Tampoco se me pasa por la cabeza menospreciar algo que para tantísimas personas es tan importante. A diferencia del Pérez, yo soy agnóstico: no puedo negar –ni afirmar- un concepto metafísico tan complejo como lo es Dios, si, por definición, su comprensión escapa con tanta lejanía al entendimiento del ser humano. Tan sólo puedo acercarme, tantear, y suponer que Dios es Orden, o Amor, entendido como las leyes físicas y metafísicas que rigen la existencia. Pero de ahí a negarlo o afirmarlo, hay un trecho. Como diría el gran Benedetti, «no sé si Dios existe o no, pero si existe, sé que mi duda no le va a ofender».

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Sobre este blog

Los que me conozcan sabrán que este no es ni de lejos mi primer blog, ya hubo algunos anteriores, que conseguí mantener hasta que tuve la oportunidad. Así pues, debo advertir, este espacio se hace eco de la temporabilidad y mutabilidad actuales, garantizando desde el principio la poca garantía de perdurabilidad.

A todos aquellos a los que no les asuste esto, y decidan seguirme en este tiempo, bienvenidos seáis, espero no defraudaros.